Segundo aire

Katowice, Polonia La centenaria mina de PG Silesia, en el sur de Polonia, ha vuelto a nacer con nuevos propietarios checos. La seguridad fue un factor determinante a la hora de elegir tuneladoras. Dos roadheaders MR 340 de Sandvik abren ahora el camino.

Renacer. Nuevos propietarios están reviviendo la mina PG Silesia, con cien años de historia en el sur de Polonia. Y roadheaders MR 340 de Sandvik abren los túneles que llevan al carbón. Después de largos años de reestructuración, producción menguante y falta de capital, la industria carbonífera más importante de Europa vuelve a confiar en su futuro. Katowice, en el sur de Polonia y cerca de la frontera con la República Checa, es el corazón pulsante de la industria minera y pesada del país. Ciudades, minas, fábricas y chimeneas humeantes se suceden de forma desordenada y, desde la caída del comunismo, enormes centros comerciales se han sumado al caos.

La actividad bajo tierra es igual de intensa. Aquí, se extrae carbón desde hace siglos. En Polonia, durante los años 80, se extraían anualmente 200 millones de toneladas de carbón mineral y 36 millones de toneladas de lignito.
Desde entonces, la actividad minera se ha reducido a menos de la mitad, a la vez que las importaciones han aumentado sustancialmente. El carbón produce el 93 por ciento de la electricidad del país en la actualidad, más que cualquier otro país europeo.

Acerca de PG Silesia

PG Silesia estaba amenazada con el cierre cuando Energeticki a Prumyslovy Holding, EPH, de capital privado, adquirió la empresa en diciembre de 2010 a la empresa estatal Kompania Weglowa, el mayor productor de carbón de Europa. EPH es un holding con más de 20 unidades que producen electricidad y calefacción, y comercializa electricidad y recursos energéticos renovables.

Desde entonces, PG Silesia ha doblado el número de empleados hasta los 1.500 que tiene en la actualidad. En total, EPH invertirá 150 millones de euros para modernizar la mina, desde máquinas hasta sistemas de transporte e instalaciones para el tratamiento del carbón. El objetivo es extraer tres millones de toneladas de carbón anuales. Las reservas de 130 millones de toneladas durarán al menos 40 años.

“Hemos pasado por años difíciles”, recuerda Zbigniew Kluka, de 58 años y toda una vida laboral en PG Silesia. Ahora, ocho años después de su jubilación, ha vuelto para ayudar a resucitar una mina que tenía problemas de capital. “Quien nace minero, muere minero”, dice con orgullo, mientras se quita el casco para secarse el sudor.
Durante mucho tiempo, se pensó que la vida de la mina había acabado. A la empresa estatal Kompania Weglowa, dueña de la mina y en planes de ser privatizada en 2014, le faltaban recursos. Durante muchos años, no invirtió en maquinaria y los equipos de transporte y seguridad quedaron totalmente obsoletos.

Deprimía verla”, recuerda Ewa Szpejna, jefa de comunicaciones de la mina. “Se veía que las máquinas eran viejas y que no se invertía nada”. Szpejna, de 36 años, trabaja en la mina desde diciembre de 2010, cuando el grupo energético checo Energeticki a Prumyslovy Holding compró la empresa, con 750 empleados.

Desde entonces, las cosas han cambiado. Ya se han invertido 110 millones de euros de los 150 millones previstos. Los sistemas de transporte y las instalaciones de limpieza y tratamiento han sido modernizados o reemplazados. Aún se pueden ver restos del pasado entre los edificios: maquinaria abandonada, herramientas oxidadas y armarios eléctricos con cables sueltos que se agitan al viento.
Unos 250 empleados se han jubilado o se han marchado de la empresa, pero al mismo tiempo se han creado 1.000 puestos de trabajo nuevos. Y la confianza crece: “Nos habíamos acostumbrado a escuchar promesas que nunca se cumplían”, dice Jacek Kastelik, empleado de la mina desde hace 21 años y actual responsable de seguridad de PG Silesia. “Pero ahora podemos ver con nuestros propios ojos que se está gastando dinero para renovar máquinas e instalaciones”.

La seguridad es fundamental para la propietaria checa, que quiere convertir a PG Silesia en la mina de carbón más moderna de Polonia. “Como empresa privada en un sector dominado por el estado, queremos exhibir una seguridad ejemplar”, dice Thoralf Klehm, subdirector general de PG Silesia. Klehm es todo un veterano que lleva décadas de gestión en minas de carbón alrededor del mundo, desde África y Rusia hasta Kazajstán y el cinturón de lignito de Alemania oriental.

La seguridad también fue uno de los factores que llevó al nuevo propietario a elegir el roadheader de Sandvik en lugar de máquinas polacas más pequeñas que no pueden excavar túneles de dimensiones similares. Con túneles más amplios, con una sección transversal de 22 metros cuadrados, pasa más aire y hay espacio para instalar sistemas de ventilación más potentes, con capacidad suficiente para evacuar el peligroso metano.

Cuando elige a proveedores, Klehm tiene especialmente en cuenta su actitud respecto a la seguridad y su capacidad para impartir formación práctica y teórica. “En el contrato con Sandvik, estipulamos que pondrían a nuestra disposición un jefe de turno y un operador durante los primeros meses, para capacitar a nuestros empleados y asegurar el buen funcionamiento de todo el proceso”, dice. “Para nosotros, era imprescindible. No se había invertido nada en la mina desde hace años y los empleados necesitaban una capacitación completa”.

Sandvik, con sede en la ciudad de Tychy, en el corazón de la región minera de Polonia, entregó dos Roadheaders 340 el año pasado. Estos gigantes, de 10 metros de largo y 52 toneladas de peso, están abriendo las nuevas galerías a 600 metros bajo tierra. Avanzan lentamente en una compacta nube de polvo, parando cada medio metro para que el nuevo tramo pueda asegurarse con perfiles de hierro. El operador Grzegorz Radon explica que recibió cinco días de intenso entrenamiento teórico tanto en la mina como en Sandvik, y luego 20 días más de capacitación práctica en la mina, a cargo de especialistas de Sandvik.

“Ahora nos arreglamos solos”, dice con una gran sonrisa iluminándole la cara. “Y las máquinas no paran, aunque tengamos que improvisar un poco cuando la roca es más dura de lo normal; buscamos un punto donde la roca sea más blanda”. Incluyendo al operador, 11 personas trabajan con la máquina en cada turno.

El carbón extraído en PG Silesia se destina a la zona fronteriza entre Polonia, la República Checa y Eslovaquia donde está situada una gran parte de las centrales térmicas de los tres países y donde todavía se usa carbón para la calefacción. Inicialmente, la meta de producción es llegar a un máximo de 1,3 millones de toneladas al año. Pero ya a mediados de 2013, una vez finalizado el plan de ampliación y modernización de las instalaciones, se pretende aumentar la producción a tres millones de toneladas.

Comparada con otras grandes empresas mineras en Polonia, PG Silesia es pequeña. Kompania Weglowa, la antigua propietaria, es el mayor productor de carbón de la Unión Europea, con una producción anual de 45 millones de toneladas y 60.000 empleados en 15 minas. Otra empresa estatal, Katowicki Holding Weglowy, también es un actor importante, con una producción de 13 millones de toneladas. Y LW Bogdanka, que ahora cotiza en bolsa, produce 8,7 millones de toneladas. Polonia es también el mayor productor de coke de la Unión Europea y Jastrzebska Spolka Weglowa, vendió más de 12 millones de toneladas en 2011.

A pesar de su tamaño. las reservas de PG Silesia son importantes, dice Klehm. En una hoja de papel, dibuja una extensión que mide varios kilómetros de largo y de ancho, con los llamados tiros largos y diferentes capas o tipos de roca que, aunque no miden más de 2,5 metros de alto, se prolongan por más de un 1 kilómetro. “Nuestras reservas geológicamente confirmadas suman 500 millones de toneladas, además de reservas industriales de
130 millones de toneladas”, dice. “Tenemos, al menos, para 40 años”.

El 75 por ciento de la producción se destinará a las centrales eléctricas en la región y el resto se utilizará para calefacción. Ningún otro país miembro de la UE depende tanto del carbón como Polonia, que en 2011 produjo cerca de 75 millones de toneladas e importó unos 16 millones de toneladas. Ese mismo año, el carbón se utilizó para generar el 93 por ciento de la electricidad y casi el 90 por ciento de la calefacción. Con sus 38 millones de habitantes, Polonia era el 10º consumidor de carbón en el ranking mundial.

Ficha técnica

La serie MR 300 de Sandvik se compone de roadheaders de cuatro tamaños, desde el MR 320, que corta hasta 4,54 metros de alto y 7,6 m de ancho, hasta el MR 380, que puede llegar hasta una altura de 6,3 m y un ancho de 7,86 m.

Todos pesan 52 toneladas y miden 10 metros de largo y hasta 4,1 m de alto. El motor que acciona la herramienta cortadora tiene una capacidad de 200 kW.

Las máquinas cortan todo, desde carbón hasta piedra y sal. En todo el mundo, se han vendido más de 250. La serie MR tiene su propio sistema de transporte y puede equiparse con dispositivos elevadores de arcos de acero u otros equipos. Los dispositivos elevadores de arcos se utilizan en la mina de carbón de PG Silesia para levantar los perfiles de hierro que aseguran las galerías.

Este perfil energético contrasta con las crecientes exigencias medioambientales dentro de la UE, que estipulan una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero del 85-90 por ciento en 2050 respecto a los niveles en 1990. El precio que debe pagar Polonia por el ajuste, según Marcin Korolec, ministro del Medio Ambiente, es el uno por ciento del PNB hasta 2030. Por lo tanto, Polonia ha decidido construir su propia central nuclear, a pesar de la división de opiniones entre defensores y detractores. A principios de la década siguiente, entrará en funcionamiento un reactor de 3 gigavatios. Diez años después, se aumentará la capacidad al doble. Al mismo tiempo, se sigue invirtiendo en fuentes renovables, sobre todo energía eólica y biomasa. Una tercera alternativa es la llamada extracción no convencional de gas de esquisto, que reducirá la dependencia de las importaciones de gas natural, principalmente de Rusia.

De momento, todo esto sólo existe sobre el papel. Se está inviertendo para modernizar las centrales térmicas anticuadas, aumentando el grado de extracción y reduciendo las emisiones de dióxido de carbono, a la vez que se proyecta la construcción de seis a ocho centrales nuevas. Estas iniciativas se deben sobre todo al alza continuada del precio de la electricidad y los costos futuros de los certificados de emisión. Actualmente, Polonia está exenta de este requisito pero, a partir de 2020, tendrá que pagar una proporción significativa de sus derechos de emisión.

Por eso, las perspectivas son inmejorables para las minas como PG Silesia, que se modernizan y reducen sus costos de producción.
“En nuestro análisis de marketing, contamos con una demanda estable para el futuro previsible”, dice Klehm. PG Silesia no es la única que piensa así. Por primera vez en mucho tiempo, hay planes para abrir minas nuevas a la vez que se privatizan las antiguas minas de propiedad estatal.


Es un indicio de los tiempos que corren que Jan Kulczyk, el segundo industrial más rico de Polonia, haya solicitado autorización para realizar estudios geológicos en Katowice, donde proyecta abrir dos minas nuevas, invirtiendo al menos 300 millones de euros en cada una. “Sin ánimos de exagerar, el hecho es que la minería de carbón en Polonia está experimentando un boom”, dice Andreas Jagiello, responsable de minería para Europa central y oriental.

Bronislaw Janik, de 44 años, a cargo del motor de extracción encima del pozo, lleva 26 años trabajando en la mina. No puede imaginar un futuro sin minas de carbón. “Mi padre y mi abuelo eran mineros aquí. Y mi hijo de 22 años ha empezado a estudiar tecnología de rocas para continuar la tradición”.
Y añade con desdén: “Los que dicen que la era del carbón ha acabado no entienden nada”.

Tomas Lundin