Un compromiso total

Sustaining safety La inmensa mayoría de las operaciones mineras en Australia utilizan máquinas y equipos modernos. Pero una mina en el estado de Victoria, en el sureste de Australia, todavía utiliza métodos manuales para extraer el mineral. Y no obstante eso, mantiene los más altos niveles de seguridad.

La mina subterránea de oro y antimonio de Costerfield –de Mandalay Resources Corporation– en Victoria central, a tan sólo 100 kilómetros al norte de Melbourne, tiene un cuerpo mineralizado con un ancho promedio de sólo 300 milímetros. Esto exige el desarrollo y la excavación manual de vetas estrechas.

Por eso, la extracción en el frente de ataque es manual, con equipos de mineros usando perforadoras neumáticas en turnos de 12 horas, 7 días seguidos, explica Mel McCarthy, gerente de la mina de Costerfield.

Acerca de la mina de oro y antimonio de Costerfield

Costerfield extrae oro y antimonio. En 2011, extrajo más de 66.000 toneladas de mineral; produjo 12.914 onzas de oro y 1.539 toneladas de antimonio. La mina está ubicada en la pequeña población de Costerfield en Victoria Central, Australia, 100 kilómetros al norte de Melbourne.

Produce mineral desde una sola mina subterránea que explota las vetas Augusta Este, Oeste y Norte, fuertemente inclinadas, en el extremo sur de la zona principal de Costerfield. Para acceder al mineral, se utiliza una rampa en espiral de 4×4 metros que baja a un gradiente de 1:8 desde la superficie.

En los niveles superiores, se extraen los remanentes de mineral y los pilares que dejó la minería subterránea antes de 2009. En los niveles nuevos, se utilizan métodos de corte y relleno y extracción por perforación de barrenos largos con relleno con roca cementada, con una anchura mínima de 1,8 metros.

El mineral se lleva a la superficie por camión, donde se acumula y se mezcla en la trituradora. El concentrado se transporta al puerto de Melbourne y, desde allí, a fundiciones en China.

Para McCarthy y su equipo, el desafío consiste en asegurar que todo el mundo –no sólo los que trabajan en el frente sino también los que manejan los cargadores y los camiones, y quienes prestan los servicios de apoyo– aplique el máximo nivel de seguridad.

“Nuestro compromiso es asegurar que nadie se lastime, que trabajemos de forma segura y paremos el trabajo si alguien cree que la seguridad está en riesgo”, dice McCarthy. “La seguridad debe primar sobre la producción. La comunidad lo espera. Por eso en Australia –y en Victoria en particular– la minería ha avanzado mucho para asegurar que sea así.

“Eso significa que mi puerta está abierta a cualquier persona que crea que hay algo que debo escuchar”, dice. “Si está relacionado con la seguridad, no tiene que pasar por ninguna jerarquía interna. Si crees que un jefe o tu superior inmediato no te escucha, mi puerta siempre está abierta. Toda la dirección tiene la misma filosofía y estamos abiertos a distintas formas de hacer las cosas u opiniones sobre condiciones de trabajo inseguras”.

McCarthy dice que lo mismo se aplica a los que trabajan en el interior de la mina.

“Nuestra cultura y nuestra conciencia de seguridad dentro de la mina son muy sólidas”, dice. “Un elemento importante del trabajo es cuidar de los compañeros, es un principio que se aplica en todo el mundo; los mineros siempre velan por la seguridad de sus compañeros, para asegurarse de que estén bien. Los que trabajan en el frente de avance conocen de sobras las condiciones: las ven, las sienten, las huelen. Por lo tanto, es nuestra obligación como directivos de minas escuchar lo qué nos dicen”.

Pero el compromiso de Costerfield con la seguridad y el bienestar de sus mineros no acaba a la salida de la mina.

“Pagamos a nuestros mineros para que visiten a especialistas en salud musculoesquelética los días que no trabajan”, dice McCarthy. “Trabajan siete días seguidos y luego están libres siete días para recuperarse y, durante este tiempo, visitan a especialistas para recibir masajes, acupuntura y otros tratamientos que los ayudan a mantenerse en buena forma. Vemos que da muy buen resultado”.

La mina también organiza un programa intensivo de capactiación para que los operarios usen sus martillos perforadores sin lesionarse o arriesgar daños a largo plazo.

“Los martillos pesan 60 kilogramos o más, y lleva un par de años en convertirse en un experto”, dice McCarthy. “Aunque todos los operadores que trabajan en el frente son hombres, no es necesario que sean altos y fuertes para usar el equipo. Algunos son muy musculosos pero hay otros mucho más delgados que trabajan igual de bien. El secreto está en el equilibrio y el dominio de la técnica”.

Sin embargo, de cara al futuro, Costerfield planea abandonar progresivamente la minería manual.

“Probablemente aún quedan unas cuantas minas en Australia que siguen aplicando los métodos tradicionales de la minería manual; no hay máquinas en el mercado capaces de trabajar con la misma eficiencia que una persona en estas vetas tan estrechas,” dice McCarthy.

“Hemos puesto en marcha un proyecto de I+D – y Sandvik está trabajando en máquinas que puedan ayudar a trabajar en estas condiciones – destinado a mecanizar los medios para excavar y empernar estas galerías estrechas.”

En el fondo, todos los aspectos de las operaciones de Costerfield tienen como eje la seguridad.

“La seguridad prima sobre todo lo demás, porque si la mina no es segura, no puedes trabajar”, dice McCarthy. “Es lo que esperan los empleados, los reguladores y el gobierno”, concluye.

“Mi experiencia en la minería australiana me indica que la seguridad básicamente depende de la calidad de la dirección de la mina. La dirección es el gran motor de la cultura; si falla el liderazgo en la mina, empiezan a surgir comportamientos arriesgados”.

Al mismo tiempo, McCarthy cree firmemente en el principio de que una actitud proactiva respecto a la seguridad mejora la productividad.

“Yo diría que una mina segura es una mina productiva”, dice. “Muchas lesiones en las minas tienen como causa una falta de orden y mantenimiento. Si se puede modificar la cultura de modo que todo el mundo deje todo ordenado y en su sitio, haciendo las cosas bien y trabajando de forma metódica, sin duda la productividad aumentará. Pero también mejora la seguridad, porque la gente no tropieza con cosas que no se han guardado. Es uno de los grandes problemas en la minería subterránea, debido a la falta de espacio”.

Uno de los mayores cambios en la seguridad que ha notado McCarthy –en los 15 años que lleva en el sector– es el menor foco en exigencias de seguridad altamente prescriptivas –en las que todo se estipula de forma exhaustiva a través de leyes y normativas– a favor de un proceso de valoración de riesgos.

“El sistema basado en la valoración de riesgos devuelve al operador de la mina la responsabilidad de determinar los riesgos, en vez de limitarse a asegurar el cumplimiento de las normas”, dice. “Creo que te obliga a pensar de forma mucho más proactiva.

“Un posible inconveniente en la actual situación provocada por el boom de la minería y la escasez de personal calificado, es el riesgo de que el manejo de muchas minas se encargue a gente poco experimentada que no sea plenamente consciente de todos los riesgos. También creo que el actual crecimiento del número de litigios está desincentivando el intercambio de lecciones aprendidas entre las minas, lo cual ha significado un efecto negativo creciente a lo largo del tiempo. Si la gente no comparte las incidencias que han ocurrido en su mina, no podremos aprender los unos de los otros. Y me temo que no se está haciendo de manera suficiente.

“Comparado con otros sectores, en Victoria, por ejemplo, el año pasado murieron 17 granjeros pero nadie murió en una mina. Si tan sólo un minero hubiera muerto en un accidente, es muy posible que se hubiera cerrado la mina. Por lo tanto, una mina insegura es insostenible. Sin seguridad, no te dejan trabajar” dice McCarthy.

Texto: Mark cherrington  Fotos: Chris Clinnick