A la captura del carbono

A la captura del carbono

ECOinteligencia El carbón es uno de los combustibles fósiles más usados y es, probablemente, el menos limpio. ¿Cuál es el futuro del carbón en un panorama energético dominado por las preocupaciones medioambientales? Solid Ground analiza el tema.

El carbón existe como combustible desde que el hombre prehistórico lo utilizara para calentar sus cuevas. Impulsó la Revolución Industrial en Europa y los Estados Unidos, donde sigue siendo la principal fuente de energía y produce el 70 por ciento de la electricidad. También está en la base del crecimiento y prosperidad de las economías emergentes de China, India y otros países. Sin embargo, sólo en Estados Unidos, se adjudicam a las centrales térmicas de carbón emisiones anuales de unos 2.500 millones de toneladas de dióxido de carbono. Hay quienes presagian el fin del uso del carbón por sus efectos medioambientales y el auge de la energía nuclear y las fuentes renovables.

Reducir las emisiones

Muchos políticos europeos ven en la CCS –con su potencial de capturar el 90 por ciento de las emisiones de CO2– la única alternativa realista para cumplir los objetivos a largo plazo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en 2050.

Pero a pesar de ser el combustible fósil que más CO2 emite, el carbón no tira la toalla. Casi todos los organismos energéticos internacionales y los expertos le auguran un papel destacado como fuente de suministro energético durante las próximas décadas. En su Perspectiva Energética Mundial 2011, la Administración de Información Energética (EIA) estadounidense predice que seguirá siendo la principal fuente de energía del mundo en 2035.
Aunque se cree que bajará su consumo en los países desarrollados, hay algunas excepciones. En Alemania, por ejemplo, el carbón vuelve a cobrar protagonismo como alternativa a la energía nuclear después de la catástrofe de Fukushima en Japón.

Según el Karl Rose, director de políticas y escenarios en el Consejo Energético Mundial y uno de los expertos más reputados de Europa sobre temas energéticos, los gobiernos se enfrentan a la necesidad de encontrar un equilibrio entre seguridad energética, asequibilidad económica y preservación medioambiental.

“El carbón ha sido una fuente muy atractiva de energía desde hace generaciones y la sigue siendo por fundados motivos económicos y de accesibilidad”, dice Rose. Sin embargo, no se puede negar el impacto medioambiental negativo del carbón que le atribuyen sus detractores.

Hoy, los esfuerzos por reducir el impacto de la minería del carbón se centran básicamente en reducir las emisiones de CO2, lo que ha dado pie a la idea del carbón limpio o “verde”, dice Rose.
“A la industria pesada no le resulta fácil prescindir de los combustibles fósiles”, dice Rose. “La producción de energía eléctrica y la siderurgia dependen de precios competitivos, disponibilidad asegurada e impacto medioambiental para su supervivencia. En el caso del carbón, podemos garantizar los dos primeros factores en Europa. Por eso, nos concentramos en el tercero, en nuestro entorno”.
La opción que actualmente se presenta como solución se denomina captura y almacenamiento de carbono, o CCS por su sigla en inglés.

El principio consiste en usar tecnologías existentes para capturar, transportar y almacenar las emisiones de dióxido de carbono desde fuentes como las centrales térmicas y las fábricas siderúrgicas. El carbono capturado se enterraría a gran profundidad en acuíferos o en campos petrolíferos abandonados, donde quizás podría utilizarse para ayudar a sacar el petróleo de difícil extracción.
Rose recalca que el problema de la energía es demasiado complejo para que lo resuelva una sola solución.

“La captura del carbono es un paso importante para lograr un suministro energético equilibrado”, dice. “Aunque es cierto que la CCS ayudará a crear un mundo con ‘carbón verde’, debemos centrarnos en lograr el triple objetivo de crecimiento económico, seguridad energética y menor impacto medioambiental”.

David Noble