Se acabó la pausa

Österbybruk, Suecia.  A casi 20 años de su cierre, la mina de ­Dannemora acaba de firmar su primer contrato de suministro de mineral de hierro. Sin embargo, volver a poner en marcha una vieja mina no está exento de problemas. 

A 460 METROS bajo tierra, parece que el tiempo se hubiera detenido. En los talleres subterráneos, cargadores y perforadores están inmóviles, cubiertos con una fina pátina de lodo por los años bajo el agua. En una de las galerías, hay un cupón de apuestas a partidos de fútbol disputados hace años. En un camarín hundido, hay una taza de café tirada en el piso. Todo ha quedado tal como estaba en 1992, cuando la caída de los precios del mineral de hierro obligó a cerrar la mina, apagar las bombas de drenaje y dejar que el nivel del agua subiera.

“Tenemos que limpiar todo”, dice Michael Meyer, jefe de desarrollo y responsable del trabajo en las galerías de acceso de la mina. Hay que asegurarse de que en los viejos talleres haya espacio suficiente para las nuevas máquinas. “Los talleres están bien situados pero las entradas son demasiado estrechas para las máquinas de hoy”, dice.

Dannemora mine

Ubicación: 100 kilómetros al  norte de Estocolmo y 38 kilómetros de la costa del Mar Báltico

Tipo: mina de hierro subterránea

Producto: magnetita en forma de finos o trozos

Capacidad planeada: 1,5 millones de toneladas anuales a fines de 2013

Empleados: unos 130 cuando la mina trabaje a plena capacidad

Reservas conocidas: 28 millones de toneladas en unos 25 yacimientos

Propietario: Dannemora Mineral, fundada en 2005 para reabrir la mina de Dannemora, cerrada en 1992

Ha pasado más de un año desde que se bombeó el agua del nivel pero cuesta imaginarse un taller operativo en estas galerías húmedas y resbaladizas, atiborradas de viejas máquinas.

En 2005, cuando Nils Bernhard y Lennart Falk fundaron Dannemora Mineral, se podía decir lo mismo de toda la mina. Bernhard es ingeniero y economista y Falk tiene un doctorado en geología. En comparación con los años 80, el precio del mineral de hierro había subido el doble. Y como seguía subiendo, estos dos inversionistas vieron la oportunidad de volver a poner en marcha la mina abandonada.

Sabían que había mineral suficiente pero antes de extraerlo y venderlo, debían tramitar primero una concesión y varios permisos, además de construir una infraestructura minera totalmente nueva. Pero seis años después, Dannemora consiguió un contrato de cinco años a partir de 2012 para suministrar hasta 300.000 toneladas de mineral de hierro a la siderúrgica alemana Salzgitter Flachstahl.

“Firmaremos más contratos en un futuro próximo y creemos que cubrirán nuestra producción”, dice Kjell Klippmark, director general de Dannemora Magnetit, la empresa subsidiaria que explota la mina. “Cuando la planta trituradora y el montacargas de cangilones estén en marcha a fines de 2013, alcanzaremos nuestra capacidad máxima de izamiento: dos millones de toneladas al año”.

Hasta entonces, se utilizarán camiones para llevar el mineral a la superficie, una solución provisional que sería demasiado cara en condiciones normales de explotación

Cuando la mina, cuya historia se remonta al siglo XV, cerró en 1992 ya se habían explotado unos 25 yacimientos de mineral en una superficie de nueve kilómetros cuadrados. Hoy, las reservas de mineral en Dannemora y sus alrededores se estiman en más de 28 millones de toneladas. Danemora entrega magnetita en forma de trozos de 5-16 milímetros y finos de 5 milímetros o menos. Puesto que el mineral contiene manganeso, los potenciales compradores son fundiciones de acero que lo usan para aleaciones.

“Queremos ser un proveedor de nicho, suministrándoles quizás entre un 5-10 por ciento de lo que entra en sus hornos”, dice Klippmark. Como director de Dannemora Magnetit, es responsable de levantar la mina de sus cenizas. Los trabajos preliminares se han dividido en cinco grandes proyectos: una nueva infraestructura en la superficie y bajo tierra, una nueva planta clasificadora, nuevas rampas, una ventilación adecuada y un nuevo montacargas de cangilones.

La lista de Dannemora:

  • 2 jumbos DD421-S60C de doble brazo
  • 2 equipos de perforación de explotación DL421-7C
  • 1 equipo de perforación DL421-15C
  • 1 apernador mecanizado DS410-C
  • 1 partidor DB120
  • 6 cargadores LH517
  • 2 trituradoras de cono CH440
  • 1 trituradora de cono CS430

Danemora tiene la la ventaja de disponer de una vía férrea a Hargshamn, un puerto en el Mar Báltico a tan sólo 38 kilómetros de distancia. El proyecto de infraestructuras incluye la renovación del ferrocarril y la construcción de nuevos terminales en ambos extremos. Cuando Solid Ground visitó la mina, una vía nueva atravesaba el terreno del mineral, pasando por una estructura de hormigón construida recientemente que tendrá silos, desde los cuales se cargarán los carros. También forman parte del paquete de infraestructuras vías de acceso para los camiones y una conexión mejorada a la red de alta tensión.

En marzo de 2011, los fundadores y otros inversionistas ya llevaban 103 millones de euros invertidos en Dannemora. Pero también hace falta capital humano para poner en marcha la mina. Dannemora Magnetit AB actualmente tiene unos 30 empleados, mayormente en cargos directivos y técnicos. Otros 100-150 son empleados de contratistas, que se encargan de la mayor parte de los trabajos durante la fase inicial de inversión. Esa cifra irá bajando a medida que finalicen los proyectos.

Cuando empiece la producción en el segundo trimestre del próximo año, otras 30 personas serán contratadas directamente por la mina, a las cuales se sumarán 60 personas más cuando la mina empiece a trabajar a pleno ritmo, hacia finales de 2013. Actualmente, Dannemora está buscando las personas más adecuadas para cubrir sus vacantes y, de momento, ha organizado dos jornadas de selección de personal.Nuestro objetivo es que al menos una tercera parte de la plantilla sean mujeres”, dice Klippmark, que prevé construir camarines y baños separados.

Esto nos lleva nuevamente al nivel 460, donde el gerente de desarrollo Michael Meyer planifica las instalaciones subterráneas. Tras subir 620 metros en un ascensor provisional por el pozo principal, un viaje que tarda 30 minutos, salimos a la superficie y tomamos un auto para ver cómo progresan las rampas principales.

Hay dos: una que va desde la superficie hasta el nivel 350 y otra que continúa desde allí hasta el nivel 460. De trazado sinuoso, tienen una longitud total de 4,2 kilómetros y es por donde entrarán tanto los mineros como las máquinas. Bajamos por una rampa antigua, demasiado estrecha para los equipos modernos.

Todavía huele a amoníaco después de la última voladura pero, en el fondo de la galería, vemos la razón porqué la gente viene aquí siglo tras siglo: mineral de hierro negro y reluciente.

Texto: Åke R. Malm