Cobra vuelo
El uso de dispositivos aéreos no tripulados en la minería es cada vez más frecuente. Las empresas ya reconocen y se benefician de las posibilidades que ofrecen los drones.
Con tantos usos y beneficios potenciales, no es raro que los vehículos aéreos no tripulados (VANT) —popularmente conocidos como drones– se hayan vuelto una presencia frecuente en las áreas mineras.
Comparado con los aeroplanos, los drones ofrecen mucha más maniobrabilidad y exactitud, pueden volar a bajas alturas y fotografiar superficies complejas como grietas y salientes. Con su reducido tamaño, pueden volar por corredores y atravesar pasajes angostos.
Impulsados por su bajo costo, la cantidad de drones operando en minería va a subir rápidamente. Más y más compañías están desarrollando VANTs especiales para aplicaciones mineras, como mapeado fotográfico, monitoreo y comunicaciones.
Un ejemplo es el fabricante de drones Aibotix, desde febrero de 2014 propiedad del grupo sueco Hexagon. Su modelo Aibot X6 está equipado con una variedad de dispositivos inteligentes, como GPS, giroscopio, acelerómetro, barómetro, magnetómetro y sensores ultrasónicos que le otorgan independencia de vuelo. Está equipado con sistemas de seguridad como jaula de GPS para entrenamiento y función de regreso automático en caso de fallas en las comunicaciones o bajo nivel de batería.
Realizando sus vuelos autónomos, el Aibot X6 puede tomar series de imágenes de alta resolución con referencias geométricas de rajos mineros utilizando cámaras digitales y sensores térmicos e hiperspectrales. Permite un modelaje tridimensional o nubes de punto con muestras de suelo con una exactitud de hasta 10 milímetros. Se los utiliza para monitorear y estudiar minas de rajo abierto, sobre todo en Australia y Sudamérica.
“Vemos un gran potencial en la utilización de la tecnología de drones para la industria minera en estas regiones, y también en África”, dice Jörg Lamprecht, el CEO de Aibotix.
Mapeado y monitoreo
Hoy se puede recurrir a los drones para generar mapas 2D y 3D para el relevamiento de minas existentes o para la exploración. Se pueden usar además para crear “orto-mosaicos”, mapas corregidos con imágenes en las que se ha rectificado las deformaciones de perspectiva. Uniendo estas imágenes corregidas se pueden lograr mosaicos que cubren extensiones de terreno con gran exactitud, una posibilidad invaluable para la exploración.
El monitoreo es otra tarea importante que realizan los VANTs en minería, fundamentalmente para controlar el volumen de las pilas de almacenamiento y de deshecho. Esto incluye el inventario y cálculo de existencia, y la determinación de volúmenes retirados. Los drones también pueden monitorear tuberías y la estabilidad de laderas, así como controlar la gestión ambiental o vigilar el perímetro de la mina. Se pueden usar eficientemente para inspeccionar equipos o presas de relavado, principalmente en ubicaciones peligrosas o de difícil acceso.
En 2014, una de las mayores minas de diamantes de Australia Occidental llevó a cabo exitosamente un relevamiento de toda la mina usando un NAVT Aibot X6. Con ocho vuelos, cada uno de unos 15 minutos, el Aibot X6 cubrió las casi 100 hectáreas de la mina. Todas las imágenes y la información recogida sirvieron para confeccionar una orto-foto, una nube de puntos y un modelo 3D con un detalle del terreno de entre 2 y 6 centímetros.
“Con el Aibot X6 pudimos obtener y reproducir datos sobre el rajo abierto de la mina con una exactitud que hubiera sido imposible de obtener con un avión”, dice Sam van Eldik, de CADS Survey, la empresa que realizó el relevamiento.
Eficiencia en los costos
Una de las mayores ventajas que ofrece el uso de drones es su potencial de reducción de costos. Comparado con un helicóptero o un aeroplano, el dron promedio es mucho más barato para operar y generalmente no requiere más que una persona, en lugar de toda una tripulación.
La mina de oro Pueblo Viejo, en República Dominicana, utilizaba tecnología LiDAR, un escáner de luz y distancia, para sus relevamientos. Pero decidió probar un dron de SenseFly’s eBee, ya que ofrecía un costo casi diez veces menor.
“Todo el costo de adquisición, reparación y actualización de nuestros seis VANTs ha sido de 120 mil dólares en dos años”, dice Sean Jefferys, el responsable de monitoreo en la mina de Pueblo Viejo. “Hacemos unos 300 vuelos con cada VANT antes de que tengamos que cambiar o arreglar algo. Podemos cubrir superficies mucho más amplias y con una calidad que hubiera sido imposible de lograr con métodos tradicionales”.
El futuro del vuelo
Como sucede con las nuevas tecnologías, la regulación del uso de drones lleva cierto atraso y, en muchos países, el uso de VANTs puede ser difícil debido a restricciones legales. No hay todavía estándares y protocoles internacionales sobre cómo los drones pueden compartir el espacio aéreo con las naves tripuladas. En los Estados Unidos, los drones solo pueden utilizados por organismos públicos mientras que en muchos otros países se pueden usar si se los mantiene al alcance de la vista del operador. A medida que esta tecnología se vuelva más frecuente y aceptada, los gobiernos deberán actualizar y coordinar sus reglas de uso.
En esta etapa, los VANTs representan una tecnología complementaria que no puede reemplazar enteramente los vuelos de control tripulados. No ofrecen una gran autonomía de vuelo y su capacidad de carga es muy reducida, lo que limita su área de cobertura. Aún así, los drones han hecho grandes progresos en el sector minero y, a medida que la tecnología continúe mejorando, su utilización seguramente aumentará.