El experto

Tony Davieses profesor retirado de salud laboral. Ha dedicado gran parte de sus 50 años de profesión al estudio de las enfermedades pulmonares en África central y meridional.

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Fue director del Instituto Nacional de Salud Laboral de Sudáfrica entre 1985 y 2002 y ha publicado más de 100 artículos, muchos de ellos sobre la salud en el sector minero.

P: ¿Por qué la exposición al polvo de cuarzo predispone a los mineros a la tuberculosis pulmonar?

R: Pequeñas partículas de sílice llegan a los confines de los pulmones y dañan las células que expulsan el material extraño de los alvéolos, la primera línea de defensa contra la tuberculosis. Cuando los pulmones ya están cubiertos con una fina capa de sílice, la persona está expuesta a un mayor riesgo de contraer tuberculosis. La silicosis suele progresar o manifestarse cuando los trabajadores ya están jubilados. Dificulta la respiración y puede acabar provocando insuficiencia cardíaca.

P: ¿Por qué es tan grave la situación en las minas sudafricanas?

R: La exposición no controlada al polvo de cuarzo se asocia desde hace tiempo a una prevalencia alta de tuberculosis pero, en Sudáfrica, un servicio deficiente de control de la tuberculosis y la diseminación descontrolada del VIH/SIDA han llevado la incidencia de infecciones nuevas a cotas sin precedentes.

P: ¿Cuál es la clave para frenar la epidemia?

R: El control del polvo. De hecho, la mayor carga de enfermedad laboral se origina en aerosoles en el lugar de trabajo. Las minas deben priorizar más el control del polvo. La protección respiratoria no siempre es suficiente, sobre todo cuando se trabajan turnos completos. El control de la fuente es vital, ya sea mediante métodos por vía húmeda, infraestructuras con ventilación local o sistemas y equipos especiales.

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