En los remotos confines del suroeste de Quebec, Canadá, se ha descubierto más oro. El hallazgo fue en el cinturón del oro de Abitibi, una región con más de 100 minas y 170 millones de onzas de oro producidas desde comienzos del siglo XX. Val d’Or, en la “hebilla” del cinturón del oro, ha aportado unos 45 millones de onzas del metal precioso desde los años 30.

La mina LaRonde, la operación insignia de Agnico Eagle, se encuentra a unos 60 kilómetros al oeste de Val d’Or. La empresa minera canadiense es experta en la extracción del valioso metal. A pesar de que el precio del oro ha caído más de un 40 por ciento desde su máximo en 2011, Agnico Eagle no solo ha sobrevivido sino que ha prosperado. En el tercer trimestre de 2015, de cada dólar de oro vendido, 49 centavos correspondían al beneficio bruto de la empresa, convirtiéndola en la más rentable de los 15 productores estudiados por Bloomberg Business.

“Después de descubrir y extraer el cuerpo mineralizado de LaRonde entre 2000 y 2012, la intención era continuar buscando a mayor profundidad”, dice Christian Goulet, superintendente general de la mina LaRonde de Agnico Eagle. “El cuerpo mineralizado es el mismo pero, a partir de 2012, empezamos a extraer mineral a más de 2,5 kilómetros de profundidad. Lo llamamos la extensión LaRonde2.

“El próximo paso es realizar un estudio de viabilidad para una posible LaRonde 3, entre 3,1 y 3,7 kilómetros de profundidad”.

Antes de empezar su turno a altas horas de la madrugada, los mineros se congregan en el patio intensamente iluminado de las modernas instalaciones de Agnico Eagle, preparándose para bajar 2.800 metros y comenzar la jornada. Su andar seguro denota una confianza sólida. Se oyen bromas y risas mientras bajan, hasta que suena la señal de que el ascensor ha llegado a su destino.

Buscar oro y otros metales preciosos a tanta profundidad intimida. A 2,8 kilómetros bajo tierra, la temperatura ronda los 30 grados. A eso deben añadirse el calor generado por los equipos y la dureza de las condiciones ambientales. Para aliviar el estrés térmico, la empresa ha instalado una unidad de refrigeración. Y luego están los episodios sísmicos, bastante frecuentes a estas profundidades. Cada tanto, se oye un estallido que sacude el suelo y a todos los que lo pisan.
“En LaRonde, es vital comprender las condiciones de la mina”, dice Stephane Lacroix, jefe de servicio técnico de Sandvik Mining. “A veces, se producen episodios sísmicos que provocan grandes estruendos”.

Goulet coincide; la actividad sísmica es uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta la mina.

“A mayores profundidades, aumenta la presión en el interior de la roca”, dice. “A profundidades de 2,5-3 kilómetros, la roca se vuelve más quebradiza y se produce una mayor actividad sísmica. Eso nos obliga a adaptar la fortificación, instalar más sensores sísmicos y seguir el protocolo de seguridad al pie de la letra cada vez que se produce un evento”.

“La Sandvik RD314 perfora un pozo en un tiempo medio de 50-60 segundos”, explica. “La perforadora del competidor tardaba entre 70 y 90 segundos, era un 20 por ciento más lenta. En un mes, la diferencia entre las dos perforadoras era de 1.500 metros. Nos ahorraba 50 centavos por metro y, a 90.000 metros por empernador, eso nos da un ahorro anual de 45.000 dólares por máquina.

“En aquel tiempo, trabajaba con Stephane Lacroix de Sandvik y decidimos implantar un plan de cambio para instalar la Sandvik RD314 en más equipos”, dice Audet. “Actualmente, de una flota de 12 empernadoras, ocho trabajan con Sandvik RD314”.

La estrecha relación le permitió a Lacroix adaptar la perforadora de roca, con otro motor de avance, para perforar a una velocidad constante, y una manguera de agua más grande para despejar el pozo en menos tiempo.

“Con esos cambios, y otros de menor importancia, el rendimiento ha mejorado muchísimo”, afirma Lacroix. “Esta perforadora puede trabajar una media de 500 horas antes de que nuestro programa de mantenimiento preventivo nos obligue a desmontar e inspeccionarla. Las modificaciones se realizan en función de las necesidades de la mina y para comprender esas necesidades, una buena comunicación es imprescindible”.

Agrega Goulet: “Nos gustan las perforadoras Sandvik y creemos que se alinean con nuestra estrategia global. Instalarlas fue una decisión muy acertada; son más rápidas y tienen más disponibilidad y así podemos ahorrar más. Lo ideal es siempre que ganemos todos y, con estas perforadoras, podemos centrarnos en desarrollar nuestros planes de expansión y cumplir plazos y presupuestos”.