Una mano amiga

PAKYI, GHANA. Cuando una tormenta devastó una escuela en la Ghana rural, Sandvik Mining and Rock Technology respondió al pedido de auxilio.

Los alumnos de la Escuela Nº 1 de Pakyi sueñan con ser médicos, pilotos o ingenieros. Sus profesores los animan a aplicarse en sus estudios para asegurar su futuro profesional.

Sin embargo, desde que una tormenta arrasó varias aulas en diciembre de 2014, estudiar ha sido más difícil. La escuela, con 900 alumnos, está situada en una comunidad agrícola 20 kilómetros al sur de Kumasi, una de las áreas metropolitanas más grandes de Ghana. 

La profesora Hannah Amankwah aún recuerda claramente el diluvio de aquel viernes.

“La escuela había terminado ese día, así que estábamos todos en casa”, explica Amankwah, que imparte clases de inglés, economía familiar e informática desde 2010. “A la mañana siguiente, cuando llegamos a la escuela, vimos que algunas partes del edificio utilizadas por los alumnos de primaria, se habían desplomado. Fue un día muy triste. Los niños no tenían dónde ir. Estábamos todos muy desanimados. No sabíamos qué hacer”. 

En las semanas que siguieron, los profesores improvisaron instalaciones para que los alumnos sin aula pudieran seguir yendo a clase. Dividieron el edificio de informática, de 190 metros cuadrados, creando dos aulas separadas con 60 alumnos cada una. Algunas clases de escuela primaria compartieron aulas que habían sobrevivido a la tormenta. 

“Era una situación estresante, para los profesores y también para los alumnos”, confiesa Jacob Anane, director de la escuela. “Los niños se distraían con facilidad”. 

Tener sus lecciones bajo un árbol fue una dura opción para los estudiantes después de la tormenta.

Tener sus lecciones bajo un árbol fue una dura opción para los estudiantes después de la tormenta.

Para que los alumnos más pequeños pudieran estudiar resguardados, se trasladaron los alumnos de secundaria a aulas improvisadas bajo los árboles; los días de lluvia, se quedaban sin clase.

Estas medidas fueron muy incómodas para estudiantes como Janet Appiah.

“Nos ha costado mucho estudiar sentados bajo los árboles”, dice Appiah, una alumna de tercero de secundaria que aspira a ser enfermera.

Tras varios intentos infructuosos de las autoridades escolares y locales de obtener ayuda financiera del Departamento Ghanés de Educación –falto de recursos presupuestarios– se pidió ayuda para la reconstrucción a Sandvik Mining and Rock Technology, radicada en las cercanías.

En 2013, la empresa había inaugurado su almacén y centro de servicio técnico para África Occidental, a pocos minutos en auto de la escuela. La tormenta que había afectado a la escuela también había dañado las instalaciones de Sandvik, arrancando parte del tejado del centro de servicio técnico.

Tras la reparación del centro, Nuhu Salifu, vicepresidente del Área de Ventas África Occidental, visitó la escuela y quedó muy impactado por los daños que había sufrido.

“En todos nuestros centros en África Occidental, pensamos que nuestra función no se limita a trabajar”, dice Salifu. “Queremos incidir positivamente en la sociedad. Nos debemos a distintos grupos de interés, como accionistas y empleados, y también a las comunidades donde trabajamos.

“Nos pareció que si ayudábamos a la comunidad a refundar la escuela, estaríamos ayudando a toda la sociedad”. La gerencia local de Sandvik consiguió la autorización de la alta dirección para financiar la construcción de un bloque de 6 aulas. Después de consultar con los líderes comunitarios, y tras obtener la autorización de la administración local, se iniciaron las obras en 2017.

<p>“Este edificio significa un espacio comfortable para nuestos alumnos. Estamos agradecidos y muy felices”. dice Hannah Amankwah, docente de la escuela No. 1 de Pakyi.</p>

“Este edificio significa un espacio comfortable para nuestos alumnos. Estamos agradecidos y muy felices”. dice Hannah Amankwah, docente de la escuela No. 1 de Pakyi.

“Cuando supieron que iban a tener aulas nuevas, los niños se pusieron muy contentos”, afirma Anane. “Todos nos pusimos contentos. Nos pareció increíble. Fue una gran alegría”. 

Sandvik escogió a un contratista local después de un proceso de licitación con sobre cerrado. Samuel Brewu, director de recursos humanos, explica que a la empresa le impresionó la calidad del trabajo del contratista en actividades comunitarias similares.

“Una de las premisas de la propuesta era utilizar recursos locales en la medida de lo posible”, afirma Brewu. “Se trata de una comunidad artesanal donde no faltan carpinteros. En vez de buscar un contratista en una ciudad más grande, queríamos que la propia comunidad pudiera colaborar en la reconstrucción de la escuela”. 

Reflejando esa intención, en algunas partes del tejado del bloque nuevo se ha usado madera reciclada de los palets y contenedores utilizados para transportar equipos y repuestos de Sandvik.

“Es una solución perfecta para nosotros; aquí tenemos problemas serios de infraestructura”, dice Amankwah. “Con este edificio nuevo estaremos muy cómodos. Estamos muy agradecidos y contentos. Los niños están entusiasmados y podremos hacer nuestro trabajo con más comodidad”. Sandvik inauguró el nuevo bloque de aulas a principios de 2018, 50 años después de la construcción de la escuela original.

“Agradecemos mucho el nuevo edificio que han construido para nosotros”, afirma Appiah. “Nos ayudará a centrarnos nuevamente en aprender”.